Veo en el folleto de una gran superficie la venta próximamente de una serie de abridores. Muchos, para mí, son insospechados. Aunque también, la verdad, los veo muy útiles.
La visión de estos productos en el catálogo me recuerda a la invención de la lata de conservas, inventada a principios del siglo XIX por Peter Durand, y lo que sucedió después.
Las instrucciones de esos primeros botes señalaban que debía abrirse con un martillo y un cincel. Pero lo que parecía un contratiempo, en realidad no lo era tanto dado que los principales usuarios eran los ejércitos que utilizaban cualquier cosa para abrirlos (piedras, disparos, etc.).
No existía un instrumento específico para abrir las latas. De hecho, el abrelatas se inventó 45 años (¡¡¡) después.
Y eso es mucho tiempo. Nadie vio esa oportunidad hasta 45 años después. O si la vieron, no supieron cómo resolver el reto existente.
Estarás de acuerdo conmigo en esta afirmación: la oportunidad existía desde la invención de la lata de conservas.
Estoy seguro, por extensión, que todos tenemos ante nosotros múltiples oportunidades.
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