En los primeros meses de la crisis de Covid-19, se produjo algo particularmente alentador: las empresas comenzaron a unirse para trabajar abiertamente a un nivel sin precedentes, anteponiendo la capacidad de crear valor a la oportunidad de ganar dinero.
Por supuesto, la colaboración puede
salvar vidas humanas y también puede producir enormes beneficios para las
empresas, aunque a menudo se pasa por alto este hecho.
Este estallido de innovación abierta ha de recordarnos el enorme potencial que ésta conlleva, sea en una crisis o en situaciones normales.
La innovación abierta posee el
potencial de ampliar el espacio para la creación de valor, ya sea a través de nuevos socios con habilidades
complementarias o bien desbloqueando el potencial oculto en relaciones
duraderas.
En las crisis, la innovación abierta
puede ayudar a las empresas a encontrar nuevas formas de resolver
problemas urgentes y, al mismo tiempo, a construir una reputación positiva.
Lo más importante es que puede servir
como base para la colaboración futura. Lo cual concuerda con las investigaciones
que señalan que la confianza se desarrolla cuando los socios voluntariamente
hacen un esfuerzo adicional y se hacen favores inesperados entre sí.
Es verdad que siempre sobrevuelan preocupaciones
sobre la propiedad intelectual, el rendimiento de las inversiones y las consecuencias
imprevistas de la innovación abierta. Son inquietudes muy razonables, desde
luego.
Pero los beneficios de la innovación
son mucho mayores que los (muchas veces hipotéticos) riesgos asociados.
Comentarios