Cuando las personas no podemos continuar con nuestras rutinas hacemos lo posible para poderlas llevar a cabo. Se refieran éstas al ámbito del deporte o a cualquier otra esfera (al campo musical, por ejemplo).
Por eso, ante el confinamiento que estamos padeciendo, no es sorprendente observar a algunos vecinos cantando en su balcón, tocando algún instrumento musical (sea trompeta, saxo, guitarra, violín...), haciendo fitness y/o estiramientos, levantando pesas, entrenando con bicicleta estática, … En otros casos (no lo he visto personalmente, pero lo he leído), sorprende la modalidad escogida por la persona: correr un maratón en la terraza de su casa o jugar al ping pong de ventana a ventana con otro vecino.
Existen pocas cosas imposibles de llevar a cabo cuando las opciones son reducidas o aparentemente inexistentes. Justamente, en ese contexto, es donde el ingenio y la imaginación entran en acción.
El ingenio es la capacidad para imaginar o inventar cosas combinando con cierta habilidad los conocimientos que tenemos y los medios de que disponemos.
El principal requisito para que el ingenio se desate es tener plena confianza en uno mismo. No hay nada imposible que nos impida alcanzar (de una forma u otra) lo que queremos. Aunque todavía no sepamos el camino e incluso seguramente existan muchas sendas distintas para llegar a él.
El requisito siguiente es superar cualquier actitud negativa que bloquee nuestras ideas y ser muy consciente de que son justamente los estados de ánimo positivos los que pueden aumentar nuestra capacidad de pensar creativamente.
Por cierto, lo dicho anteriormente, no solo sirve pra continuar con las rutinas que comúnmente llevábamos a cabo antes del confinamiento, sino también para evitar caer en el aburrimiento.
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