Hoy en día se están explorando más que nunca ideas y llevando a cabo experimentos con esas ideas y poniendo en marcha más ideas locas que nunca.
¿La razón? Es mucho más barato poner tu idea en Internet, lanzar una campaña y hacer pruebas para comprobar si alguien puede estar inmteeresado en comprarla.
En el año 2000, lanzar una start-up relacionada con el mundo de Internet tenía un coste de 5 millones de dólares. Había que contratar software, hardware y también personal. Cinco años después, gracias al código abierto y a la escalabilidad horizontal, el coste pasó a ser de 500 mil dólares. En 2009, gracias a la nube y a los servicios en la Web de Amazon, pasó a ser de 50.000 dólares. Actualmente, debido al crowdsourcing, crowdfunding y otras plataformas colaborativas, el coste es inferior a 5.000 dólares.
No es que los emprendedores tengan hoy mejores ideas (aunque pudiera ser que también) sino que están dispuestas aprobarlas una y otra vez, de forma continuada e insistente.
Mientras tanto, en las grandes empresas, las ideas tienen que ser refrendadas, seguir unos procesos burocráticos de aprobación y someterse a todo tipo de controles y filtros.
Sin duda, en la próxima década, seremos testigos de una profunda transformación en todas las industrias.
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