Cuando las organizaciones tratan de potenciar los esfuerzos en innovación, casi siempre parten de la misma asunción: "necesitamos más ideas". Y luego empiezan a hablar de la necesidad de "pensar fuera de la caja" para de esta forma encontrar ideas que puedan conducir a nuevos productos o a sistemas que sean viables.
Sin embargo, en casi todas ellas lo que faltan no son precisamente ideas, sino más bien darse cuenta de que las buenas ideas ya están allí. No es un problema de ideas, es un problema de reconocimiento. Las ideas que podrían mantener a las empresas a flote y en primera línea, suelen ser aniquiladas demasiado rápidamente.
Se necesita por tanto un sistema, una cultura que crea firmemente que cualquier persona en la empresa puede tener ideas geniales que luego pueden llegar a funcionar en el mercado.
El continuo por tanto no es "idea-solución", sino "reconocimiento-solución".
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