Se estima que cada año se venden alrededor de 15.000 millones de cremalleras en el mundo.
En 1917, el ingeniero sueco, Gideon Sundbäck, que se había trasladado a vivir a Estados Unidos, creó un abrochador separado con unos dientes interconectados que patentó rápidamente. Ya existía algo parecido pero él se apoyó en la idea anterior para perfeccionarla.
Una empresa de botas fue la primera compañía que utilizó la cremallera para insertarla en unos botines.
Como tantos otros inventos, su desarrollo no fue tan rápido como su creador esperaba debido esencialmente a que los fabricantes de ropa no querían poner la cremallera en sus prendas y se inclinaban por los lazos para atar las distintas partes de la ropa.
Hasta distintos sermones en las iglesias clamaban porque la inclusión de ese invento en la ropa haría que esta fuese "demasiado fácil" de quitarse.
La eclosión del invento se produjo en la década de los sesenta, sobre todo al calor de los "blue jeans", los conocidos vaqueros.
Hoy en día, la cremallera mueve un negocio anual de 10.000 millones de dólares, siendo dos fabricantes en particular los que se disputan el primer lugar por la supremacía de la cremallera: el fabricante japonés YKK y la empresa china SBS.
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