En 1959, en un sótano de Delaware, nació Gore-Tex prácticamente por casualidad. Bill Gore, ingeniero químico, dio un nuevo uso y aplicación a un material inventado dos décadas antes (el PTFE o politetrafluoroetileno), para aislar cables eléctricos para que aguantaran bajo el suelo.
Bill calentó una barra capaz de dejar pasar el aire pero no el agua, impermeable, transpirable y cortavientos que se empezó a comercializar en chaquetas y tiendas de campaña a través de una pequeña marca de Seattle en 1977.
Años después, en 1981, los astronautas del Columbia utilizaron trajes que llevaban este tejido y desde entonces ha ido mejorando su tecnología hasta convertirse en un referente para todo aquel que piense en deporte en situaciones extremas.
Desde luego, el material también tiene aplicaciones en otros campos tales como trajes inflamables de los bomberos o la medicina donde se ha utilizado en 35 millones de artefactos.
Recientemente la compañía, que factura más de 3000 millones de dólares, ha anunciado el desarrollo de una línea de modelos aislantes del agua y del frío, pero también aptos para el verano.
Una nueva línea innovadora donde seguro que existe mucho espacio para seguir creciendo.
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