Discrepar tiene muy mala prensa pero, a menudo, constituye uno de los activadores de la creatividad. Piénsalo de manera opuesta: ¿qué sucede en esos entornos donde nunca hay una voz más alta que otra?. Efectivamente, muchas veces subyace un temor al conflicto y de ahí que las personas que trabajan en esos entornos suelan mostrarse pasivos en relación a los demás.
El desacuerdo no solo es inevitable, sino saludable siempre que se gestione adecuadamente.
Las personas que provocan discrepancias, a menudo, son los verdaderos potenciadores de mejoras.
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