Recuerdo hace unos pocos años cuando trabajé unas semanas en Venezuela, tomar el ascensor. Dentro de él, había una persona sentada que era la encargada de pulsar los distintos botones del ascensor que las personas que íbamos subiendo a él le indicábamos. Ese su trabajo: el de ascensorista.
Los ascensoristas, al parecer, fueron muy populares en la década de los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo. Luego la profesión se fue extinguiendo a medida que se iban introduciendo en los ascensores las botoneras automáticas. En algunos países y lugares todavía perdura este oficio con una función muy curiosa: proporcionar tranquilidad a los usuarios.
En pocos años, los aviones no contaran con pilotos. Serán totalmente autónomos. Y eso a pesar de que según las encuestas un 54 % de los pasajeros se negarían a volar en un avión que fuera autopilotado autónomamente.
Estas personas no lo saben, pero cambiarán de opinión. Lo mismo que han cambiado la opinión de las personas que tomamos un ascensor sin que haya allí un ascensorista. De hecho, Airbus ha anunciado que ya tendrá un sistema totalmente desarrollado a finales de este mismo año. Boing, obviamente, está también en ello.
Aunque bien mirado a las personas de la encuesta que dicen que nunca subirán a un avión autónomo les queda otra opción: desplazarse en otro medio de transporte.
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