Cuando
nos enfrentamos a problemas que requieren de nuestra creatividad, muchas veces nos
metemos en un callejón sin salida sin darnos cuenta. Por eso, acabamos dando
vueltas y vueltas a las mismas ideas ineficaces y no distinguimos el momento de
cambiar de rumbo. Y eso es lo peor: no darnos cuenta de que estamos utilizando
un pensamiento rígido.
Por tanto, cuando trabajes en tareas que requieran de tu pensamiento
creativo, haz descansos en tu rutina para refrescar tu enfoque. Fija esos
descansos en intervalos regulares. Utiliza una alarma si es preciso. Cuando
suene, cambia de tarea: revisa el correo electrónico, limpia tu mesa, date una
vuelta y después vuelve a la tarea original.
Si eres reacio a tomarte un descanso porque crees que estás “on
fire”, recuerda que puede ser un espejismo. Todos tendemos a generar ideas
redundantes cuando no hacemos descansos regulares. Por tanto, pregúntate honestamente
si tus últimas ideas son cualitativamente distintas.
Por último, no te saltes el descanso de la
comida y, sobre todo, no te sientas culpable por tomarte
descansos, sobre todo cuando te sientes bloqueado. Hacerlo puede representar un
mejor uso de tu tiempo. Y también mejores ideas.
Comentarios