Cuando Napster irrumpió en la industria discográfica en 1999, las discográficas lucharon contra ella en los tribunales. Otros pensaron que si a las personas se les diera acceso digital a la música que querían, pagarían por ello. Fue una idea brillante.
El streaming de música ha superado los 100 millones de suscriptores de pago a nivel mundial. La industria discográfica de Estados Unidos va a crecer por segundo año consecutivo. Algunos incluso vaticinan el advenimiento de una nueva edad de oro para el sector. Algo inimaginable hace veinte años cuando la irrupción digital y el consiguiente intercambio de archivos hizo que los ingresos se redujeran drásticamente a la mitad.
¿Cómo es posible que la industria discográfica vuelva a conseguir otra vez los mismos resultados? Muy sencillo. Ahora, con un pago mensual, una persona puede tener 30 millones de canciones en una aplicación en su smartphone lo que hace que una canción pueda escucharse más de 4.700 millones de veces en Spotify (como le pasa por ejemplo al rapero Drake). Obviamente la discográfica recibe royalties cada vez que alguien escucha una de sus canciones.
Ahora la batalla está en otro lugar. YouTube tiene más oyentes de música que Spotify y Apple juntos. Y la mayoría de canciones se pueden escuchar de forma gratuita. En todo caso, el negocio de la música está otra vez en pleno apogeo.
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