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Decidir con qué idea quedarse

Llega un punto en el que, una vez evaluadas las distintas ideas que tenemos encima de la mesa, hay que tomar un decisión sobre qué idea llevar a término (aunque también podemos decidir no hacer nada, lo cual no deja de ser otra decisión).

Tradicionalmente, la gente piensa que existen únicamente dos formas de tomar decisiones: por autoridad jerárquica (alguien está al mando) o por consenso (todos pueden opinar).

Ambas formas tienen notables inconvenientes. Cuando alguien toma las decisones apelando a la jerarquía muchas personas pueden quedar frustradas (auque es verdad que las cosas se hacen). 

El consenso es un proceso lento y muchas veces se atranca y cualquiera puede bloquear al grupo si no se incorporan sus deseos y caprichos.

Existe una tercera forma de decidir entre distintas ideas (de tomar decisones, en suma) que se llama el "proceso de los consejos". Aquí, cualquier persona de la organización puede tomar una decisión pero antes de hacerlo debe pedir consejo a todas las partes afectadas y a todas las personas expertas en la materia. 

La propiedad de las decisiones, en este caso, cae en una sola persona: la que toma la decisión. Ésta se habrá asegurado antes de tomar la mejor decisión posible e intentará demostrar a quienes le aconsejaron que su confianza mereció la pena o que sus objeciones fueron irrelevantes.

De esta manera, el proceso de los consejos estimula la motivación y la iniciatriva.

Eso sí, para poder utilizar este proceso los directivos antes han de haber dejado el control...

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