Una bella mujer, quiere entregar a su pretendiente un retrato suyo. Pero para
hacerlo más interesante, le presenta tres cofrecitos, uno de oro, otro de plata
y otro de plomo.
En
uno de ellos está el retrato, y si el pretendiente adivina cuál es, la mujer se
casará con él. Como la mujer no quiere dejar el casamiento a la buena o mala suerte
de su pretendiente, cada cofre tiene una inscripción que le servirá de pista. La joven quiere un pretendiente que sepa pensar. Las inscripciones de los
cofrecillos son distintas:
•
El cofre de oro tiene escrito: “El
retrato está en este cofre”.
•
El cofre de plata tiene escrito: “El
retrato no está en este cofre”.
•
Y el cofre de plomo tiene escrito: “El
retrato no está en el cofre de oro”.
Finalmente,
la mujer da una pista más a su pretendiente, que resulta definitiva: “A lo sumo,
una de las inscripciones es verdadera”.
El
pretendiente de la joven al oír esto sonríe y, tras pensar un
poco, abre uno de los cofres, en el que
efectivamente estaba el retrato.
¿En
qué cofre estaba el retrato?
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