Cuando hacen las cosas que quieren hacer, los niños no tienen que esforzarse. Sus expresiones y su cuerpo denota una notable relajación y una atención y concentración absoluta en lo que están haciendo.
Es evidente a simple vista que se lo pasan bien y que se divierten. Desde luego, muchas veces, las cosas no salen como les gustaría o como esperaban. La palabra "desánimo", sin embargo, no ha entrado todavía en su diccionario particular y, de forma totalmente natural, vuelven a empezar lo que estaban haciendo.
Como no sienten apego alguno a lo que hacían (¿cuál es, a la postre, el objetivo de su "trabajo" sino divertirse y psar un buen rato?), al rehacer lo que hacían prueban otras maneras, otras formas y ese modo de proceder conforma su metodología de aprendizaje. Nadie les tiene que enseñar a hacerlo. Ellos tienen todas las ideas posibles.
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