Una de las cosas que he aprendido trabajando con Tim Gallwey es la siguiente: todo lo hacemos mejor cuando mantenemos la atención centrada. De hecho, solamente cuando prestamos plena atención a lo que estamos haciendo podemos sacar partido a todos nuestros recursos.
Igualmente, es más fácil mantener la concentración cuando estás haciendo algo que has elegido realizar libremente.
Para estar ahí, en ese estado de flujo, no basta con la autodisciplina. También es necesaria la claridad del deseo. En otras palabras, tener la motivación adecuada para hacer lo que estamos haciendo.
Cuando eso ocurre, aparece un estado simple, gozoso y creativo que deja de lado cualquier intento por controlar o de seguir un determinado proceso y emerge una alegría natural donde uno disfruta con lo que hace y las mejores ideas son posibles.
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