Lo primero que hay que hacer es parar. Gestionar nuestras emociones. La ira, la frustración o lo que sea. Se trata de dar un paso atrás y controlar nuestra respuesta emocional dado que si nos dejamos llevar por éstas no seremos conscientes de cómo estamos afrontando el problema. Dar un paso atrás y concedernos un tiempo para la reflexión, nos permite situarnos en un estado mental que posibilita dar una respuesta más reflexiva, razonable y, en suma, discernir. Cada cual debería hallar la práctica que mejor le vaya para mejorar su autoconsciencia y su control emocional.
No queremos operar desde un lugar donde acabemos fingiendo que no estamos enfadados. Es evidente que este tipo de pretensión elevaría nuestro ritmo cardíaco y también el de nuestros colaboradores. De ahí que sea importante tomarnos un tipo para calmarnos y para mirar la situación con más desapego.
En segundo lugar, ponte en los zapatos de tus colaboradores. Dar un paso atrás te ayudará a trabajar la capacidad de empatizar con tu colaborador. La habilidad de tomar perspectiva es una habilidad crítica. Todas las investigaciones coinciden en señalar que ayuda a ver los aspectos de la situación que puede que no hayamos notado y que, en suma, conduce a mejores resultados en las interacciones y en las negociaciones. Y dado que las posiciones de poder tienden a reducir la inclinación natural hacia la empatía es especialmente importante que los directivos tengan conciencia de sí mismos para estar seguros de que practican el contemplar las situaciones desde la perspectiva de sus colaboradores.
La tercera clave es perdonar. El perdón no sólo fortalece la relación con los colaboradores mediante la promoción de la lealtad, sino que también es bueno para nosotros. El rencor es nefasto para el corazón y perdonar, en cambio, nos hace más felices y más satisfechos con la vida, lo cual reduce significativamente el estrés y las emociones negativas.
Cuando la confianza, la lealtad y la creatividad son altas y el estrés es bajo, los empleados son más felices y más productivos y la rotación es menor. Diversos estudios también señalan, por otra parte, como una gestión compasiva conduce a mejoras en el servicio al cliente, en los resultados y en la satisfacción de éstos.
No se trata de "pasar de todo". Al elegir una respuesta compasiva cuando ellos saben que han cometido un error no los destruimos, aprenden la lección y desearan mejorar por nosotros porque hemos sido amables con ellos.
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