Una metáfora sobre los salmones, me inspira esta reflexión. Los salmones nadan corriente arriba, estrellándose y golpeando
en las rocas, arrojándose a las cascadas y
aguantando el acoso de los osos hambrientos que buscan un almuerzo. El propósito de estos peces es lograr el premio: el derecho de reproducirse y de formar parte del ciclo
generacional de la supervivencia de las especies.
Ahí, sólo aquellos lo
suficientemente fuertes, con la suficiente determinación,
llegarán a las zonas
de desove, donde será posible reproducirse. Su sueño
y su creencia les lleva directamente a nadar contracorriente. El
principio de la oposición para el
crecimiento y para el cambio rige en todas las
especies.
Los visionarios, los innovadores, rara
vez son personas apreciadas. Más bien, son personas que encuentran con frecuencia constante oposición. Ver lo que otros
no ven, no es ninguna garantía del favor de nadie, incluso aunque estén
tratando de ser útiles. Cuando
estás personas contemplan lo que podría ser, frecuentemente
se encuentran en la situación de que otras personas no pueden ver lo que ellos ven.
Los demás pueden pensar que están locos;
incluso pueden tratar de “derrocarle”.
En otras palanbras, estas personas, al igual que le sucede a los
salmones, se encuentran con innumerables obstáculos en la búsqueda de su objetivo. Seamos claros. Así sucede siempre. Las
personas con una visión y una convicción
de lo que podría llegar a ser posible siempre encuentran
oposición.
Tenlo presente: siempre que pienses en innovar, te encontrarás con barricadas. Pero los obstáculos no tienen que detenerte. Si te encuentras con una pared, no te des la vuelta y abandones. Encuentra la manera de superar ese obstáculo, de atravesarlo o de dar un rodeo. Merece la pena que persegas tu sueño, tu creencia.
Comentarios
Otra cosa es que después de un proceso ya más analítico tengamos que descartarla ...