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El peligro de las asunciones



Hace unas décadas, la aviación norteamericana desarrolló un dispositivo para probar la resistencia del cristal del parabrisas de los aviones. Un método muy creativo, sin duda.

El dispositivo consistía en un tipo de cañón que disparaba un pollo muerto al cristal del avión. El tiro era exacto y reproducía la velocidad con la que un ave puede impactar en un avión en pleno vuelo. Si el parabrisas superaba la prueba del impacto del pollo, entonces soportaría la presión del impacto con un pájaro en un vuelo real. El dispositivo funcionó perfectamente en todas las pruebas que se efectuaron en Estados Unidos.

Estudiosos técnicos de una empresa española que estaban desarrollando una locomotora para el AVE se interesaron por el cañón de los pollos pensando en aplicar la idea al parabrisas del nuevo tren. Y decidieron incorporarlo a sus pruebas.

Al primer tiro, el pollo reventó el cristal frontal del tren, rompió el cuadro de instrumentos, perforó el asiento del ingeniero, hirió a dos técnicos, voló hasta el fondo de la locomotora, estrellándose contra la pared y provocó un agujero profundo en la chapa.


Los ingenieros españoles quedaron completamente asustados de aquel sorprendente y violento resultado. Documentaron la escena con detalle, hicieron fotos digitales, grabaron declaraciones de testimonios oculares, elaboraron documentos técnicos y enviaron toda la información a Estados Unidos preguntando qué habían hecho mal.


Los técnicos norteamericanos estudiaron con detalle toda la documentación recibida y respondieron con un lacónico correo electrónico, seco y directo: “Descongelen primero el pollo”.

Y es que a veces, al replicar ideas de otros, mantenemos algunas asunciones que no nos ayudan...

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