La decisión consciente de no hacer da lugar para ser creativos. No hacer nos da la oportunidad de
actuar sólo cuando sabemos realmente qué queremos hacer.
No hacer es ser un poco contemplativo. Aunque ser contemplativo no es ser pasivo. Ser contemplativo nos
permite ver cosas que ni siquiera sabíamos que estaban ahí y resistir a la
urgencia de actuar. Esta no acción nos permite ver incluso más posibilidades (y
también tomar conciencia de cómo nos posicionamos frente a ellas).
Los neurocientíficos explican que esta actitud contemplativa libera millones
de conexiones neuronales en nuestro cerebro, que igual que nosotros, cuando no
está muy muy ocupado puede centrarse en las cosas importantes. Cuando eso
sucede, pensamos con claridad.
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