El pasado sábado tuve la infausta idea de visitar un conocido centro comercial. La aglomeración era tal que pensé que tal vez estaban regalando algo. Desde luego, no era así. Se trataba de gente que miraba y muchos (a juzgar por las aglomeraciones ante las cajas) que también compraban.
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Como un pensamiento lleva a otro, ya sabes, mi mente me llevó al origen de todo este consumismo y allí está, entre otros, Raymond Loewy.
¿Qué tienen en común los autobuses Greyhound, el Skylab de la NASA, Lucky Strike, Shell y Coca Cola? Detrás de estas marcas hay algún diseño de Raymond Loewy en sus productos.
Loewy es considerado por todos como un pionero del diseño americano que es prácticamente decir el mayor exponente del "amerian way of life". A raíz de sus trabajos, se pudo vivir la aceleración en progresión geométrica del consumo gracias a un diseño fácil y atractivo, capaz de transformar la forma del mismo producto cada año y a unos métodos de publicidad agresivos que creaban la necesidad imperiosa de cambiar de modelo (de coche, de lavadora, de radio) con la misma frecuencia.
Él fue quien introdujo el diseño en el corazón de las empresas al comprender mejor que nadie el valor de la apariencia a la hora de vender.
La firma Loewy aspareció sobre todos los aspectos de la vida cotidiana: aspiradores, alimentación, cámaras de fotografiar, máquinas de coser, frigoríficos, etc.
Para muchos entendidos, la principal cualidad de Loewy fue su talante comercial: convertir cosas que ya existían en novedad cambiando muy pocos detalles (esencialmente, la apariencia del producto).
Su éxito se basaba en seis principios fundamentales que todavía hoy tienen sentido (¿más si cabe?):
1. Lo feo no vende
2. Lo complejo no se entiende
3. Lo sobreespecificado es caro
4. Lo nuevo asusta
5. El uso fideliza
6. El retail acoge
En todo caso, ya puedes tener la mejor idea pero si no eres capaz de venderla bien puede que no tengas nada.
Él fue quien introdujo el diseño en el corazón de las empresas al comprender mejor que nadie el valor de la apariencia a la hora de vender.
La firma Loewy aspareció sobre todos los aspectos de la vida cotidiana: aspiradores, alimentación, cámaras de fotografiar, máquinas de coser, frigoríficos, etc.
Para muchos entendidos, la principal cualidad de Loewy fue su talante comercial: convertir cosas que ya existían en novedad cambiando muy pocos detalles (esencialmente, la apariencia del producto).
Su éxito se basaba en seis principios fundamentales que todavía hoy tienen sentido (¿más si cabe?):
1. Lo feo no vende
2. Lo complejo no se entiende
3. Lo sobreespecificado es caro
4. Lo nuevo asusta
5. El uso fideliza
6. El retail acoge
En todo caso, ya puedes tener la mejor idea pero si no eres capaz de venderla bien puede que no tengas nada.
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