Cuando uno va en moto, especialmente en verano, muchas veces faltan bolsillos para llevar las cosas. Eso hace que se tengan que agolpar en los pocos bolsillos disponibles todas las pertenencias: llaves, teléfono, pañuelo, funda de las gafas... Que se raye la pantalla del móvil con las llaves no es, en esas condiciones, algo inusual, pero ¿y si las llaves estuviesen en el móvil?
Esa fue la situación y también la pregunta que se hizo Gabriel Bestard. Proyectó una cerradura totalmente nueva que se abriese con el teléfono. Pero su idea, no tuvo eco en Europa. Por eso, decidió trasladarse a Estados Unidos donde tienen menos aversión al riesgo.
La cerradura en cuestión se llama Goji. A primera vista parece como cualquier otra, algo
más voluminosa, con un frontal de vidrio tintado de negro sin orificio
alguno. Cuando se acerca el teléfono y se toca la pantalla, el mecanismo se activa. Móvil y cerradura se conectan por bluetooth.
Cuando alguien toca la cerradura, aparece
en el móvil la fotografía de la persona que se ha acercado al mecanismo. Al mismo
tiempo, esa misma imagen llega a su correo. Prácticamente no se percibe, pero
la cámara que se esconde en el pomo se activa en cuanto alguien se
acerca.
.
La batería dura más de un año. Debajo de su
panel frontal se esconde, por si acaso, una ranura para la llave
analógica. La aplicación permite dar permiso por horas para que entre a
casa alguien que vaya a limpiar, el que pasea al perro, un familiar....
Gabriel ya ha cerrado acuerdos con las grandes cadenas americanas Home
Depot, Best Buy y Staples. Más allá de la venta al
consumidor final (el precio de la cerradura es de casi 300 dólares), lo que más le interesa a su inventor es convertirse en socio de hoteles.
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