Hoy en día todo el mundo considera a la creatividad como una disciplina científica, pero no siempre ha sido así. De hecho, se trata de una disciplina muy joven. Fue en 1970 cuando un psicólogo llamado Guilford realizó un estudio sobre la creatividad. ¿Te suena el problema de los 9 puntos? Pues es suyo. Se trata de un conocido problema en el que desafió a los participantes en su investigación a unir 9 puntos utilizando únicamente cuatro líneas rectas, sin levantar el lápiz del papel y pasando una única vez por cada uno de los puntos. Actualmente este ejercicio es un clásico y prácticamente todo el mundo conoce su solución pero en 1970 muy poca gente era si quiera consciente de la existencia de este reto.
Si has intentado resolver este ejercicio alguna vez, recordarás que tus primeros intentos estaban centrados en intentar de unir las líneas que conforman el imaginario cuadrado formado por los nueve puntos.
Lo mismo les sucedió a los participantes en el experimento de Guilford. A pesar de que no tenían ninguna instrucción de que restringieran la búsqueda de la solución a ese espacio determinado, fueron incapaces de "ver" el espacio en blanco más allá de los límites del cuadrado. Sólo el 20 % de las personas logró salir de ese confinamiento ilusorio y llevar sus líneas más allá del espacio en blanco que rodea los nueve puntos.
La simetría, la simplicidad de la solución y el hecho de que el 80 % de los participantes en el experimento fueron cegados por los límites del cuadrado llevaron a Guilford a concluir que la creatividad requiere salir fuera de la caja.
El ejercicio de los nueve puntos y la metáfora de salir fuera de la caja se expandió como la pólvora. Y, como sabes, adquirió una popularidad inusitada. Nadie se encargó de comprobar la verdad de los hechos.
Nadie excepto dos equipos de investigadores que realizaron otro experimento en el que utilizaron el mismo ejercicio de los nueve puntos pero con un procedimiento de investigación distinto. Ambos equipos siguieron el mismo protocolo de dividir a los participantes en dos grupos. El primer grupo recibió las mismas instrucciones que los participantes en el experimento de Guilford. Al segundo grupo se le decía que la solución al problema requería que las líneas salieran fueran de los bordes del cuadrado imaginario formado por los nueve puntos.
Sorprendentemente, escasamente un 25 % de personas de este segundo grupo supieron resolver el ejercicio. Una mejora de sólo un 5 % con la que daba el experimento de Guilford. Es decir, una cantidad estadísticamente no significativa. En otras palabras, las instrucciones directas y explícitas de salir fuera de la caja no funcionaron.
Desde la realización de este experimento, la metáfora de pensar fuera de la caja ya no sirve. Este sencillo experimento demuestra que el vínculo conceptual entre el pensamiento creativo y pensar fuera de la caja es un mito.
Por supuesto, en la vida real no vamos a encontrarnos con cajas, pero nos encontraremos en muchas situaciones en las que el reto creativo esté justamente delante de nosotros. Y esas situaciones son, probablemente, mucho más frecuentes de lo que nos imaginamos.
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