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El fin de los SMS (un negocio que Internet se llevó)



En los denominados "océanos rojos" los límites de las industrias están perfectamente definidos y son aceptados tal cual son. Además, las reglas del juego competitivo son conocidas por todos. En este mundo, las empresas tratan de superar a los rivales arañando poco a poco cuota de mercado.

Conforme aparecen más competidores, las posibilidades de beneficios y crecimiento disminuyen, los productos se estandarizan al máximo y la competencia se torna sangrienta.

Muchos negocios parecen una mina de oro inacabable, pero de repente dejan de serlo. Especialmente, si están sujetos a los avatares tecnológicos. 

En el sector de las telecomunicaciones existen varios ejemplos muy evidentes de ello. El más dramático tal vez sea el de los mensajes cortos (SMS). 

Las empresas han intentado revitalizarlos aliándose con Internet, su principal enemigo, pero no han tenido éxito en el empeño y la alianza no ha funcionado. Tampoco han logrado retener a sus usuarios que perciben esos servicios como obsoletos, casi como un ejercicio de nostalgia, y prefieren utilizar la Red, que les ofrece gratis y rápido las mismas utilidades.

Hablando de los mensajes cortos, los SMS han constituido el negocio más rentable que ha existido jamás en la telefonía móvil - el coste para las compañías es prácticamente cero, así que el margen de beneficio es descomunal - y su declive les ha costado cientos de millones de euros. 

En 2007, el año en que tocaron techo, las operadoras ingresaron 1.743 millones de euros, incluyendo MSM, mensajes multimedia (MMS) y mensajes de tarifas elevadas como los de los concursos de televisión (SMS premium), un 11,7% de sus ingresos totales. En 2012, esa cantidad se redujo hasta los 707 millones, aunque todavía representan el 7,4% de su facturación.

Los mensajitos que costaban varios céntimos cada uno, han pasado de moda. Según los últimos datos, el gasto mensual medio en móvil es de 18 euros, de los que solo 60 céntimos se dedican al envío de SMS. La razón: un 23,5% usa aplicaciones de mensajería a diario, que funcionan con la conexión de Internet del teléfono. No es de extrañar que, vencidos por la evidencia, casi todas las operadoras tengan ya planes de tarifas que incluyen de regalo los SMS ilimitados.

En efecto, la competencia de los servicios gratuitos (o casi) de mensajería instantánea ha relegado a los mensajes de pago a un tercer plano. Las compañías han intentado seguir sacándoles jugo, en particular a los SMS premium (con tarificación adicional y que se usan en concursos, encuestas en televisión, etcétera), pero los usuarios prefieren interaccionar a través de las redes sociales como Twitter o Facebook.

En todo caso, es muy difícil competir con la mensajería sin coste como WhatsApp.

Los "océanos azules", por el contrario a los ya comentados "océanos rojos", se caracterizan por la creación de mercados en áreas que no están explotadas en la actualidad, y que generan oportunidades de crecimiento rentable y sostenido a largo plazo. 

Hay océanos azules que no tienen nada que ver con las industrias actuales, aunque la mayoría surge de los océanos rojos al expandirse los límites de los negocios ya existentes. 

El hecho fundamental es que cuando aparecen los océanos azules, la competencia se torna irrelevante, pues las reglas del juego todavía están esperando a ser fijadas.

Por descontado, descubrir un "océano azul" no resulta en absoluto sencillo. 

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