El éxito o fracaso de una idea
no solo depende de su calidad, sino también de las posibilidades que tengamos
a la hora de materializar la idea.
De conseguir ambas cosas, nuestra idea puede hacernos ganar mucho dinero.
Imaginemos que, en efecto, acabamos de dar con la idea perfecta para
solucionar con éxito un problema concreto. ¿Qué pasos hay que seguir? Lo
primero, es transformar esa idea en una propiedad
industrial, es decir, patentarla.
Esta propiedad industrial puede tener tanto o más valor que cualquier
otra, como por ejemplo puede ser una vivienda, ya que la propiedad industrial
es también susceptible de venderse y, además, puede hacernos millonarios de la
noche a la mañana.
Según la Oficina de Patentes
y Marcas en los últimos años se ha producido un descenso considerable
de las solicitudes en España, algo que principalmente se debe a que, a la hora
de proteger o registrar una idea, muchas personas se abstienen al ser conscientes
de que el resultado es incierto y optan por salvaguardar sus ahorros en
lugar de arriesgarlos.
Hablando de cifras concretas: a los casi 1.000 euros que puede suponer hoy hacerse con los
derechos de propiedad de un invento se debe sumar unas tasas anuales que,
como mínimo durante 20 años (momento en que la patente caduca y pasa a dominio
público) el inventor deberá pagar por mantener los derechos sobre su creación,
un coste que se irá incrementando desde los 23 euros del tercer año hasta los
más de 600 euros del último.
Además, si se desea patentar la idea en el extranjero, hay que correr con el cargo económico que suponga su exportación a otros países.
Por otra parte, sólo alrededor del 2% de los inventos españoles ha
conseguido el éxito ya que el resto de patentes, o no son viables o se
abandonan porque el inventor no encuentra el triunfo de forma inmediata.
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