Jack y su colega Barry insistían una y otra vez. Pero nadie les hacía caso. A pesar de que ellos la veían constantemente. Todos los días. Por eso, estaban totalmente seguros de que las úlceras de estómago no estaban causadas por estrés, los nervios o la alimentación (como se creía) sino por una bacteria. Y, yendo más allá, se dieron cuenta de las implicaciones que esto tenía.
La comunidad médica era muy reticente a reconocer el hecho de que esta bacteria fuese la causante tanto de úlceras estomacales como de gastritis,
ya que se creía que las bacterias no podían sobrevivir por mucho tiempo
en el medio ácido del estómago.
Finalmente, decidieron recurrir a un método drástico. Barry se la tomó, desarrolló una gastritis y posteriormente recobró la bacteria de su propio revestimiento estomacal.
De esta manera, en 1982 pudieron demostrar la relación causa efecto entre el microorganismo y una de las dolencias gástricas más frecuentes. A partir de aquí, la comunidad empezó a cambiar de idea...
Jack R. Warren y Barry J. Marshall recibieron el Premio Nobel de medicina, veintitrés años después, en 2005. Su trayectoria explica la dificultad de enfrentarse a los paradigmas establecidos.
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