Cuando leas esta entrada el contador de visitas que tienes a tu derecha marcará (o estará a punto) 50.000. Para celebrar esta efemérides, aquí va la primera entrega de un apasionante reto creativo. ¿Aceptas el desafío?
¡Ah!... y muchas gracias por pasar por este blog.
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Se había cometido un crimen y el
Sargento Peláez, encargado de la investigación debía seleccionar de entre su
equipo de investigadores, compuesto por un Cabo, un Agente veterano y un Agente
en prácticas a uno de ellos para que formase pareja con él.
- Buenos días. Como sabéis, esta
noche pasada han asesinado a una anciana en su domicilio de la calle Urgel y le han
desvalijado el piso. Más de 5 millones en joyas, algunos objetos de valor y viejas obras de arte de segunda fila.
Antes de entrar en los pormenores
del caso, que sólo atañen al que forme pareja conmigo, voy a elegir a uno de vosotros para que me ayude en la
investigación. ¿Algún voluntario?.
- Yo, mi Sargento - dijo el Cabo Perales sin
pensarlo siquiera.
- Cuente conmigo, mi Sargento -
dijo el veterano agente Martínez.
- ¿Y Vd. qué, agente Vargas? ¿No dice nada? - interpeló el Sargento al agente en prácticas.
- ¡Sí, mi Sargento. Claro que me
gustaría! - contestó el agente en prácticas, apodado
"el cegato" porque sin
gafas su visión era prácticamente nula.
- Mi Sargento, la graduación debe darnos un privilegio - dijo el cabo, esperando ser el elegido.
- Cierto, cabo, cierto. Por eso
yo, como Sargento que soy, tengo el privilegio de decidir con quien voy a llevar la
investigación contestó el Sargento para demostrar quien manda.
- ¿Entonces, nos lo jugamos a suertes? - dijo el Agente veterano
Martínez.
El Sargento, tras pensarlo un poco dijo:
- No exactamente Martínez. No en
vano, somos investigadores.
Tras decir eso, el Sargento cogió tres
etiquetas adhesivas verdes y dos azules del escritorio y les dijo:
-
Mirad, voy a colocar estas cinco etiquetas en un sobre y luego cogeré
una al azar
y la colocaré en la espalda del cabo Perales, de manera que sólo puedan verla Martínez y Vargas. A continuación,
tomaré otra y la colocaré en la espalda
del veterano Martínez, de modo que sólo la vean Perales y Vargas. Finalmente, tomaré otra y la colocaré en la
espalda de Vargas, de modo que sólo
la vean Perales y Martínez. Las dos restantes las dejaré en el sobre sin que
las veáis ninguno de los tres. El primero que sepa decirme de qué color es
la suya formará pareja conmigo en la
investigación.
- Mi Sargento - dijo el cabo- ¿por qué orden hablaremos?
- Pues no sé. Dejad que lo
piense... - dijo el Sargento.
-
Mi Sargento - dijo Vargas "el cegato" - ya que me he dejado las gafas en la taquilla y veo menos que "Pepe
Leches", me gustaría ser el último en pronunciarme. Tenga Vd. en cuenta que, a diferencia de mis compañeros,
yo no puedo distinguir el color de
las etiquetas.
-
¿Qué opináis los demás? -
dijo el Sargento.
- A mí me parece bien - dijo el cabo - De hecho, iba a proponerle ser el primero
en hablar, pues algún privilegio debe
darme el galón que llevo en el hombro - pues recordaba que no bastaba con
saber de qué color era su etiqueta, sino que, además, había que ser el primero
en decirlo.
- Hecho, pues - dijo el Sargento después
de mirar las tres etiquetas y sonreír bajo el poblado mostacho que adornaba su
cara -. En primer lugar hablará el cabo Perales, luego el agente Martínez y por último Vargas. Pero tened en cuenta una cosa. ¡Sólo si sabéis de que color es vuestra etiqueta, a ciencia
cierta, podéis pronunciaros!. Porque
si alguno de vosotros lo dice al azar aunque acierte no formará pareja conmigo. Es más, lo tendré un año entero tragando
marrones.
Una vez establecidas las normas, el cabo Perales miró las etiquetas de
Martínez y Vargas y dijo:
-
Mi Sargento, yo no puedo saber de qué color es mi etiqueta.
-
¿Y Vd., Martínez, qué me dice? -
preguntó el Sargento.
-
Yo tampoco, mi
Sargento - dijo tras meditarlo un par de minutos.
-
¿Y Vd. Vargas? - continuó el Sargento.
-
La mía es verde, mi Sargento.
-
¡Pero si ni siquiera las has mirado! -
dijo el veterano Martínez.
-
¡Aunque las hubiese mirado! -
dijo el cabo Perales -¡Si está
prácticamente ciego!.
-
¡Lo has dicho al azar! – acusó el veterano Martínez, comprobando el color de
la etiqueta de Vargas.
-
¡Mi Sargento, échele un año de marrones por decirlo al tun-tun! - dijo el cabo Perales.
-
¿Qué tiene Vd. que decir, Vargas? -
interpeló el Sargento al novato Vargas.
- Pues yo le diría al cabo Perales que la materia gris no es uno de los
privilegios que
da tener un galón. Que como todos podéis
comprobar, excepto yo, mi etiqueta
es verde. Y no necesito jugármela al
tun-tun para saber que lo es.
-
¡Encima me va a llamar tonto el novato! -
dijo el cabo Perales.
- ¡Métale un año, mi Sargento! - dijo Martínez.
El Sargento, tras meditar unos
instantes dijo:
- Perales, Martínez, Vargas tiene razón y creo que le deben una
disculpa. ¿No están de acuerdo conmigo?.
Piénsenlo - dijo el Sargento - Vargas, venga Vd. conmigo, que le pondré en antecedentes del
caso.
¿Cuál es el razonamiento de Vargas?
(Continuará... El sargento Peláez aún no ha empezado a exponer el caso)
Comentarios
1)Cuando miro el cabo Perales vio una etiqueta azul y otra verde,sin saber lo que había en el sobre era imposible acertar.
2)Cuando se pronuncio el veterano Martinez se encontró exactamente el mismo problema, al ver a sus compañeros azul y verde.
3) Sin embargo el novato Vargas (el mas inteligente de los 3) ya pudo deducir que la suya era la verde por la incapacidad de sus compañeros de pronunciarse y al ver aunque fuera mal que sus compañeros les habían sido colocadas las 2 etiquetas azules la suya tenia que ser verde por fuerza independientemente de lo que hubiese en los sobres.
Saludos espero haber acertado.
Bien pensado. Con todo, el razonamiento puede todavía ajustarse un poco más.
Gracias por pasarte por aquí, Xavi.
Saludos.
Respecto al reto, pues no se lo tenia bastante claro, a ver:
- Perales no pudo pronunciarse, la razón para que esto ocurriese fue que en la espalda de sus compañeros hubiese 1 de estas dos combinaciones (V-V, A-V), lógicamente si hubiese visto A-A sabría inmediatamente que su etiqueta era la verde.
- Martinez tampoco pudo pronunciarse, así que igual que Perales solo pudo ver en sus compañeros (A-V,V-V) con el mismo razonamiento del anterior.
- Vargas solo pudo saber que el llevaba irremediablemente V si vio que en la espalda de alguno de sus 2 compañeros colgaba una etiqueta A
En próximas fechas, escribiré diversas entradas sobre la difícil tarea que le encomendaron a Vargas. Espero tu colaboración para esclarecer el asunto ;-)
(aunque verás que según el caso avanza, la cosa no resulta tan sencilla).
Ah! Y muchas gracias por tus palabras.
Saludos,