No son pocas las ciudades que, desde hace años, sostienen una auténtica cruzada contra la superpoblación de palomas. Con medias por kilómetro cuadrado en ocasiones 10 veces superior a la que aconsejan los expertos (hasta de 6.500 palomas en algunos distritos), la cuestión se convertido en un problema que supone que los consistorios se vean en la necesidad de dedicar un dinero no previsto a la restauración de los daños causados por esas aves en el mobiliario urbano.
Aunque los métodos para controlar esa plaga han sido muy variados (redes, muerte por asfixia, utilización de aves rapaces, etc), ningún procedimiento ha dado el resultado deseado ante la desesperación de los ayuntamientos.
Sin embargo, como ha sucedido en otros muchos campos, un "invento" no esperado está contribuyendo enormemente al control de palomas en las ciudades: el coche híbrido.
Cuando el motor eléctrico de un coche híbrido entra en marcha suele hacerlo sobre todo en la ciudad. El motor eléctrico tan silencioso que, literalmente, no produce en absoluto ruido alguno. Las palomas, acostumbradas a levantar el vuelo al oír el ruido de los vehículos, caen "como moscas" bajo los ruedas de este tipo de coches. La plaga de palomas empieza así a controlarse, al menos durante algún tiempo, ante la sorpresa y el regocijo de los ayuntamientos.
En no pocas ocasiones, aspectos paralelos no esperados contribuyen a la solución de nuestro problema o reto creativo.
(Post Data: Muchas marcas automovilísticas se afanan en buscar sonidos para sus coches eléctricos pensando en cuando se impongan estos vehículos tan silenciosos. Por extensión a lo que sucede con las palomas, es de prever que el problema pronto empezará a ser grave también para los peatones y para los audaces conductores de ciclomotores).
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