En el fascinante libro "Las aventuras de Tom Sawyer", Tom se enfrenta a la desagradable tarea de encalar la verja de su tía Polly. ¡Nada más ni nada menos que 75 metros cuadrados! Tom está disgustado por el encargo y apesadumbrado por la ardua tarea que tiene ante sí.
De repente, Tom tiene una idea y cuando su amigo Ben aparece y se burla de él por su suerte, éste se queda confundido. Pintar una verja no es en absoluto un trabajo deprimente, asegura. Al contrario, es un trabajo fantástico, un privilegio. Ben, capturado por las palabras de Tom, finalmente le pide dar unos brochazos.
En los minutos siguientes, llegan más amigos de Tom que también se animan a dar brochazos a la verja alentados por la fascinación que Tom les "vende".
Mark Twain, autor del afamado libro, extrae una enseñanza de este episodio: "el trabajo consiste en cualquier cosa que alguien se encuentra obligado a hacer y el juego consiste en cualquier cosa que alguien no está obligado a hacer".
Para que florezca la creatividad, la clave radica en transformar los trabajos de una pesada carga a que constituyan realmente una tarea interesante. A eso se le denomina, el efecto Sawyer.
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