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Usos no previstos


Hace unos días moría Harry C. Coover. Harry era químico y se encontraba experimentando con distintos productos para fabricar miras telescópicas, cuando dio por casualidad con el cianocrilato. El componente era un "incordio" y dejó de utilizarlo porque se pegaba a todo lo que usaba.

Más tarde, Kodak redescubrió el componente y lanzó al mercado el Eastman 910, más tarde conocido como Super Glue.

Poco después, el científico estadounidense mostró públicamente las propiedades del invento al aparecer en un célebre programa de televisión. Con un poco del adhesivo, pegó dos barras de metal, se agarró a una de ellas y fue izado en el aire. 

Pese a ello, Kodak no consiguió rentabilizar el descubrimiento, y en 1980 vendió el producto a National Starch. Coover siguió trabajando en la compañía hasta que se jubiló.

Coover no se enriqueció con el descubrimiento del componente del poderoso superadhesivo, ya que el producto que no alcanzó el éxito comercial hasta que la patente había caducado. 
 
El inventor, que registró nada más y nada menos que 460 patentes a lo largo de su vida, cuenta que uno de los mayores motivos de orgullo fue que su invento se usara durante la guerra del Vietnam para detener las hemorragias de los soldados heridos.

No son pocas las ocasiones en que los productos no se utilizan para aquello que fueron ideados.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Buena entrada, Manuel. Una historia curiosa y edificante.
Creo que ese adhesivo contiene ácido cianhídrico y por eso hay que usarlo con cautela. RZ
Manuel Ferrández ha dicho que…
Así es, RZ. Ese ácido y las propiedades del cianoacrilato de metilo son las que hacen que el SuperGlue sea un adhesivo tan poderoso.

Ese compuesto tiene la capacidad de transformarse en una cadena de enlaces extremadamente difíciles de romper.

Por eso, a este producto también lo llaman "el supercemento".

Saludos.

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