De ahí, que a muchos niños que utilizan su intuición se les conteste con inusitada rapidez: "¡Te equivocas!", "¡Eso que dices no es verdad!" o simplemente "No hay que decir esas cosas".
Surge entonces un conflicto entre lo que el niño percibe de la realidad y lo que se se le dice, entre lo que sabe y lo que tiene derecho a expresar.
Surge entonces un conflicto entre lo que el niño percibe de la realidad y lo que se se le dice, entre lo que sabe y lo que tiene derecho a expresar.
Con la reiteración de este proceder, aunque no desaparece, quedamos desvinculados de nuestra intuición. Ya no prestamos atención a los mensajes que ésta nos trae. O simplemente los desoímos.
Abrir la puerta a la intuición y volver a escucharla potenciará nuestro pensamiento creativo.
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