Tres compañeros de la universidad tecnológica de Delft en Holanda se hicieron una pregunta aparentemente baladí: ¿por qué aparecen tantos paraguas abandonados por la calle después de una tormenta?
La respuesta que obtuvieron fue que los paraguas se daban la vuelta al variar, en plena tormenta, la dirección del viento y no resistían el empuje de éste.
Los tres amigos decidieron dar solución a ese reto y hacer paraguas resistentes a estas eventualidades. Lo primero que hicieron fue viajar a China. Allí, al fin y al cabo, se producen el 95 % de los paraguas que se fabrican en el mundo. Allí aprendieron a hacer paraguas. También allí averiguaron dónde fallaba la mayoría de los paraguas: en la ubicación del mástil y las varillas.
Sobre esos hallazgos hicieron pruebas y más pruebas (la mayoría consistía en probar los diferentes modelos generados subiéndose a motocicletas y aumentando la velocidad de los trayectos), hasta que dieron con un paraguas - que ya se han apresurado a patentar -y que concentra la resistencia al viento.
Técnicamente, la solución radica en unas varillas flexibles y en la forma aerodinámica que permite cambiar la orientación del paraguas según la procedencia del viento debido a su mástil descentrado. Además, la cubierta, de un tejido impermeable, también resiste el desgaste de los rayos del sol.
Desde luego, se dan aquí todos los pasos de la innovación: Reto, idea, producto innovador, ...
Es curioso constatar, sin embargo, como los tres amigos fabricaron una cantidad de paraguas que les costaba mucho vender. Todo cambió en sus vidas, cuando una personalidad política afamada realizó un aparición pública con el paraguas Senz (así se llama el diseño patentado).
A partir de ese momento la innovación realmente está teniendo una aceptación y una demanda, sin precedentes.
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