Daisuke Inoue es el inventor de la primera máquina de karaoke, ese artilugio con el que millones de personas se atreven a "ser cantantes".
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Inoue, por cierto, no ha recibido royalties por su invención pues decidió no patentarla. Se estima que, de haberlo hecho, podría llevar ganados más de 150 millones de euros.
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Resulta curioso escucharle cuando se le pregunta por su invento y por la pérdida de dinero y fama que ha supuesto el hecho de no patentarlo. Se declara orgulloso de que el sistema que creó siga funcionando cuarenta años después e insiste en recalcar que su idea "no era original". Según él sólo se limitó a conectar unos cuantos elementos: una cinta grabada con canciones interpretadas por su banda musical, un reproductor, una caja para las monedas, un micrófono y un amplificador".
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Dar otros usos a cosas que ya estaban allí y conectar son claves en la creatividad.
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