Las "ideas" son el resultado final del pensamiento, aquello en lo que termina el esfuerzo de reflexión. En la idea se consolida una respuesta y en ella se afirma lo translúcido de un ver.
Las "ocurrencias", en cambio, son más espontáneas, más libres, más juguetonas, tienen que ver con algo que se avanza, que se afirma, dejando todavía la posibilidad de retirar lo dicho, en caso de que sea necesario; no hay todavía en ellas la solidez de lo definitivo, que caracteriza el cuerpo mismo de las ideas.
En una ocurrencia se afirma la libertad del que la tiene, se parece a una luz que proviene más del poder de creación. La ocurrencia abre la conversación, la idea la concluye. Ambas se necesitan siempre la una a la otra, porque mientras una nos mueve al diálogo, al territorio siempre abierto de la disquisición sobre lo que nos interesa, la otra nos ubica frente a lo que se descubre ante nosotros como un horizonte que ahora necesariamente debemos tener en cuenta.
Se requiere siempre del juego de las ocurrencias para llegar a las ideas, porque estas últimas no nacen espontáneamente, requieren siempre del constante ejercicio volátil de la libertad, de la aventura, dc la tentativa, del sondeo, del ensayo.
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