Al meditar, la persona se sienta y se concentra en respirar. Según entra y sale el aire por sus fosas nasales, se fija en cada sensación. Cuando acuden ideas inesperadas a la mente, las deja escapar. Respirar. Dejar escapar.
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Científicos estadounidenses han descubierto que tras una formación en este tipo de meditación se produce un profundo cambio en el modo en el que el cerebro dirige la atención.
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La capacidad para liberar los pensamientos que surgen en la mente inesperadamente permite al cerebro prestar atención a cambios del mundo exterior.
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