¿Vale todo al crear? ¿Es suficiente con que "el producto" sea realmente innovador para ponerlo en marcha? ¿Existen límites a la creación? ¿Qué papel juega la ética en el acto creativo?
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Tenemos un caso cercano en la industria de la alimentación. Las nuevas técnicas para manipular materia en dimensiones tan reducidas como son las moléculas individuales (la denominada nanotecnología), están trabajando ideas para iniciar líneas de investigación que permitan "idear" aditivos para recubrir ciertos productos (para que así duren más tiempo "frescos") o reducir las partículas grasas de ciertos alimentos, sin que pierdan su sabor y su esencia.
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Pero la tecnología puede ir demasiado lejos. De momento, éstas nuevas técnicas sólo inciden en ciertos colorantes sintéticos, conservantes y envases cubiertos con agentes antimicrobianos. La introducción en el mercado ha sido sigilosa pero ya están entre nosotros.
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Es evidente que la seguridad en la alimentación es esencial, pero existen otros campos no menos susceptibles de ser "creativamente innovadores" (los cosméticos, los medicamentos, etc.) y éticamente resbalizos.
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