Sus padres tenían una ferretería en un populoso barrio de Nueva York, pero Esther prefería ayudar a su tío, químico de profesión, que vendía productos de belleza.
A Esther, conocida por todos en el barrio como Estee, le encantaba renombrar los productos con nombres cautivadores y salía a venderlos a los salones de belleza.
Cuando se casó, decidió centrarse en cuatro productos de belleza, uno de los cuales tuvo un inusitado éxito, el Youth-Dew, un aceite de baño que también funcionaba como perfume para la piel.
De hecho, su invento transformó el negocio de las fragancias ya que hasta entonces se centraba en los exquisitos y onerosos perfumes franceses de los que apenas se utilizaban unas gotas.
A estas alturas, Esther ya había incluido una tilde en su nombre, Estée, y había adoptado el apellido de su marido, Lauder, quien se ocupaba de las finanzas de la nueva compañía.
Estée supo convertir en un negocio milmillonario las aspiraciones de belleza de las mujeres. ¿Un sueño hecho realidad? Una frase de su protagonista lo deja bien claro: "Nunca soñé con el éxito; trabajé para él".
The Estéee Lauder es hoy la segunda compañía de la industria cosmética, detrás de la francesa L'Oréal.
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