He aquí un desafío. Se pide a una persona que ate juntos los extremos libres de dos cuerdas que están colgados del techo. El problema es que las dos cuerdas están tan apartadas entre sí que no puede alcanzarlas al mismo tiempo.
La solución involucra observar y darse cuenta de que en la mesa de la sala, muy próxima a las cuerdas, hay un par de alicates que están claramente a la vista y que puede ser de utilidad.
La mayoría de personas a las que les propones este reto no resuelven el problema en menos de diez minutos, si es que lo hacen.
En un momento determinado el investigador, de manera sutil, empuja una de las cuerdas con un movimiento lateral delante de la persona sin decir nada. Tras esa pista, la mayoría de personas resuelve el problema en menos de 1 minuto.
Y es que los alicates no solo pueden usarse como herramienta sino también como péndulo. Cuando la persona se agarra a una de la cuerdas puede lanzar los alicates hacia la segunda cuerda y esperar la llegada de la otra cuerda mientras permanece agarrado a la primera.
Lo más curioso de este experimento es que la mayoría de personas no tiene ni idea de que la pista de la cuerda a la que se ha empujado tenga nada que ver con la solución del problema.
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