El reciente premio Nobel de Química otorgado a la Dra. Frances Arnold es el reconocimiento a una manera alternativa de enfocar las investigaciones científicas.
Sus investigaciones han permitido que la humanidad realice el equivalente a la agricultura o la ganadería en el mundo de los microbios y las moléculas. La evolución dirigida permite domesticar microbios para que desarrollen proteínas que no existen en la naturaleza y que se aplican a la creación de nuevos combustibles y fármacos contra muchas enfermedades, desde la diabetes al cáncer metastásico.
La idea motor de "la evolución dirigida de enzimas" proviene de la búsqueda de nuevos métodos de producir este tipo de proteínas ubicuas en la naturaleza, que son las encargadas de catalizar todas las reacciones bioquímicas de los organismos vivos.
La evolución dirigida se considera "una revolución científica", porque "comprime el proceso de evolución natural de enzimas, de miles de millones de años, en otro dirigido que dura días o semanas".
El prestigioso premio concedido no hace más que reconocer el valor de aprender a imitar (a la naturaleza, en este caso), antes de pretender crear algo nuevo.
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