Recuerdo la historia que me contó un amigo, alto directivo en una multinacional, cuando en cierta ocasión le entrevistaban para un trabajo. Él se había preparado para cualquier pregunta que le pudieran hacer, pero la primera cuestión que le plantearon le desconcertó: "Usted, ¿ha fracasado alguna vez?", le preguntaron.
Y es que aunque aquí el fracaso tiene muy mala prensa, en otros sitios lo contemplan con otra perspectiva. Por ejemplo, en las empresas punteras donde sobre todo buscan emprendedores que hayan obtenido lecciones de sus errores.
En esos lugares, se premia la audacia, el atreverse a hacer algo. Y el fracaso se contempla como un paso necesario para poder aprender y que se supera con perseverancia y voluntad.
El fracaso además vuelve a uno más humilde, empático y sensible a lo complejo. Es una buena vacuna contra la arrogancia, el ego inflado y el dogmatismo.
El fracaso además vuelve a uno más humilde, empático y sensible a lo complejo. Es una buena vacuna contra la arrogancia, el ego inflado y el dogmatismo.
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