Los
relojes inteligentes (relojes de pulsera con funcionalidades que van más allá
de las de uno convencional) nacieron en 2012 con el Pebble, considerado el
referente y pionero en el mundo de este tipo de relojes. Tras él, llegaron Samsung,
Sony y un largo etcétera hasta llegar a Apple.
Los
primeros modelos tenían funcionalidades muy básicas, pero los actuales ya
son capaces de acceder a internet, realizar y recibir llamadas telefónicas,
enviar y recibir emails y SMS, recibir notificaciones del smartphone e incluso
consultar las redes sociales. El reloj ha evolucionado mucho en poco tiempo y
también el sector industrial en la que se encuentran.
Como
era previsible, los smartwatches ya
son un problema para la industria relojera suiza. Los relojes
inteligentes han superado por primera vez en la historia a los relojes
clásicos de la industria relojera suiza en la cantidad de unidades enviadas a
tiendas (7,9 frente a 8,1 millones de unidades).
Solo
un año antes, los smartwatches alcanzaban los 1,9 millones de envíos
frente a los 8,3 millones de unidades enviadas desde Suiza. Es decir, el envío
de relojes inteligentes ha tenido un crecimiento del 315,6% frente a una caída
del 4,8% de los relojes suizos.
Al
parecer, estamos ante otro caso en el que la industria (la relojera suiza en el
ejemplo que nos ocupa) parece haber reaccionado muy tarde ante el desarrollo de
un nuevo competidor. Tal vez tenían la esperanza de que este tipo de relojes no
progresase...
Ahora,
las mejores marcas helvéticas (Montblanc, Swatch, Mondaine,…) han empezado a
anunciar dispositivos inteligentes sabedores de que existe un porcentaje mucho
mayor de clientes que planeen comprarse un smartwatch
antes que un reloj clásico.
Otros
relojeros dicen que no hay peligro y contemplan espacio para los dos productos.
El
tiempo lo dirá…
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