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El miedo al conflicto

 

Todas las organizaciones hablan de innovación, pero muy pocas están verdaderamente en el camino. Cuando pienso en esa evidencia (que con frecuencia me relatan, resignados, los propios integrantes de la organización), me viene a la mente la que probablemente sea la principal razón para que eso suceda: el temor al conflicto.

En encuestas realizadas en empresas de distintos países europeos, un 85 % de los directivos encuestados reconocen su miedo a tratar determinados asuntos, su miedo al conflicto que se provocaría, su miedo a estar involucrados en discusiones que no saben cómo gestionar y que sienten que están condenados a perder. ¡Un 85 % de los directivos temen al conflicto! ¿Qué espacio queda entonces para la fricción de ideas y para la creatividad?

Gestionar el conflicto adecuadamente requiere de ciertas habilidades y claro está de mucha prácctica. Pero si por algo debieran empezar los directivos es por darse cuenta de que, para que exista chispa productiva, es preciso que los colaboradores sean muy diferentes al líder. Eso significar resistir el impulso probablemente biológico de preferir a personas que son como nosotros. Muy al contrario, se trata de rodearse de personas muy diferentes a nosotros, con otras maneras de funcionar, con otras experiencias, procedentes de otras disciplinas... y encontrar maneras de colaborar con ellos. 

Por supuesto eso no es sencillo. Requiere de mucha paciencia y de mucha energía. Pero si uno está realmente convencido de la necesidad de innovar este es el único camino que nos puede conducir a contar con ideas diferentes.

Y por supuesto se trata también de cambiar la manera de pensar.

Cuando nos atrevamos a retar a la gente a que exprese abiertamente sus pensamientos e ideas, por locas que parezcan, cuando provoquemos el conflicto nos habilitaremos a nosotros mismos y a los que nos rodean para nuestro mejor pensamiento. Se trata en suma de desarrollar las habilidades, los hábitos y el talento para alentar el conflicto. 

Y ese es precisamente el comienzo de la verdadera innovación.

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