Algunas personas son madrugadoras y otras trasnochadoras. Llegadas las once de la noche
hay quien ya se encuentra en el quinto sueño y, en cambio, para otras personas comienza
su pico elevado de actividad diaria.
Tanto si te cuesta
levantarte temprano, como si te metes en la cama casi con las gallinas, puede
que no sea culpa tuya, ni la de tu personalidad ni la de tu trabajo, sino simplemente genética.
Expertos de la Universidad de California certifican que nuestra composición
genética podría determinar nuestros hábitos y ritmos diarios. En este
sentido, los neurogenetistas advierten de que "nuestros padres nos dicen cuándo tenemos que irnos a la cama según los genes
que nos dieron".
Los científicos han
descubierto la importancia de entender el cronotipo de una persona, esto es, la
hora del día en que funcionan mejor. Por descontado, todos tenemos un reloj interno que
se reseta a diario por la luz y que está compuesto por miles de células
nerviosas localizadas en el hipotálamo. Es aquí donde se controlan todo tipo de
funciones corporales, desde la liberación de hormonas hasta la regulación de la
temperatura.
Utilizando una analogía: hay quien es más gallo y quien es más búho. Al parecer, y según la
investigación de la Universidad de California, los familiares de los búhos y
los gallos que presentan el Síndrome de la Fase del Sueño Retrasado (SFSR) y el
Síndrome de la Fase del Sueño Anticipado (SFSR) tienen una mutación
diferente en el mismo gen, cerca del cromosoma 2.
Si tienes un reloj rápido, te gusta hacer las cosas temprano, si tienes un
reloj lento, tu actividad será más nocturna. Si tienes dudas acerca de que tipología tienes, pregunta a tus padres e
identificarás qué ave eres.
En todo caso, ser consciente del cronotipo es importante para poder pensar en ser creativo justamente en nuestro mejor momento.
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