Ir al contenido principal

El camino de la innovación


Para incentivar la innovación, la primera clave a tener en cuenta es responder a la  pregunta, ¿cómo dar a conocer las ideas que tenga la gente? En otras palabras, se trata de crear el ambiente adecuado para que las personas de la organización puedan expresar sus ideas y, eventualmente, éstas puedan ser reconocidas e implantadas

La segunda cuestión a formularse es ¿cómo ponemos en marchas esa ideas en la organización?

Una conocida empresa del sector de seguros comenzó el proceso creando una plataforma que canalizara las sugerencias de cualquier trabajador destinadas a la compañía en general, a las áreas de negocio o/y a la labor diaria en particular. 

Por citar un ejemplo, a través de ese canal se han puesto en marcha ideas tales como establecer una hora límite para apagar la luz en las oficinas o la utilización de los difusores de agua para ahorrar.

Una vez definido el lugar virtual en el que los trabajadores pudiesen volcar sus ideas, se crearon los foros estratégicos y el comité de innovación encargados de organizar las propuestas. 

Esos foros abarcan cinco asuntos: empleados, clientes, redes de distribución, procesos, eficiencia y responsabilidad social corporativa. De esta manera, el empleado coloca su propuesta en uno u otro lugar, dependiendo de lo que se trate.

Una vez que esa idea llega al foro, los miembros del mismo (que son los empleados que se prestan voluntariamente para ese cometido), evalúan y analizan la propuesta. Por tanto, son los propios trabajadores quienes estudian las sugerencias de sus compañeros. Si la propuesta gusta, pasa a la siguiente fase, el comité de innovación, que es el órgano que decide poner en marcha las iniciativas. Si la iniciativa tiene que ver con algún tema de presupuesto, llega directamente al Comité de Dirección.

Este proceso se completa con un mecanismo de compensación e incentivación, para que las buenas ideas tengan recompensa. A cada paso de esta cadena de innovación le corresponde una cantidad de puntos que el empleado va sumando si supera las diferentes etapas del proyecto. Así, los 20 puntos que supone el último paso del programa, la implantación de la idea, equivalen a 200 euros. 

Cuantas más ideas se generen, más compensación económica se recibe: una idea puesta en marcha son 200 euros; dos ideas, 500. Y si una persona genera durante un año 100 puntos, ganará 1500 euros. Con este mecanismo se busca la generación permanente de ideas

Por supuesto, paralelamente, se realizan acciones para dar a conocer la nueva herramienta e involucrar todavía más a los empleados.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Trazar diagonales

Examinar los cruces , escrutar las confluencias , pensar en la transversalidad . Al igual que en una red los puntos de mayor fortaleza son los nodos existentes entre las cuerdas , los espacios comunes que se dan en disciplinas aparentemente inconexas son las zonas donde se encuentran las mayores posibilidades para que las ideas y la creatividad puedan fluir y expresarse en su máxima potencia.

Crear un ambiente de pensamiento

Si aquellas personas que tienen a su cargo a otras personas trabajaran en una empresa de ambiente de pensamiento , sabrían que, tan  pronto cómo abriesen la puerta de su oficina por las mañanas, la gente estaría interesada en lo que ellos (los jefes) realmente piensan que son los desafíos pequeños y grandes. Esto es lo que plantea Nancy Klein creadora y pionera del desarrollo de la teoría y el proceso del ambiente de pensamiento , un modelo que permite a las personas convertir sus equipos, organizaciones y relaciones en ambientes de reflexión , en el cual las personas en todos los niveles de la empresa, pueden pensar por sí mismos con rigor, imaginación y coraje.  Con ello, la autora quiere desterrar el concepto de trabajadores pasivos, que no se atreven a decir lo que piensan por temor crear conflictos. El resultado después de instaurar este ambiente es más creatividad y más innovación .  Para lograr

La historia de los Lacasitos

Hablar de las conocidas grageas de chocolate con leche cubiertas por 150 capas de azúcar de siete colores diferentes (blanco, rojo, marrón, azul, verde, amarillo y naranja) es hablar de innovación.  Aunque mucha gente piensa que se trata de un plagio de los Smarties (a los que sí parece que plagió M&M's), el invento en cuestión (1982) procede de cuando los hermanos Lacasa – propietarios de una empresa centenaria fabricante de turrones – probaron los Lenti , un producto de chocolate del tamaño de una lenteja, en un viaje a Italia.  A la vuelta, pensaron en hacer un producto similar en su fábrica de Utebo (Zaragoza). Los hermanos Lacasa convencieron al maestro chocolatero de la casa italiana, Romano Quianelli, para que se fuera con ellos. Era 1979. Primero presentaron un producto parecido al actual en una Feria Internacional y tras el éxito cosechado siguieron mejorando su receta hasta la que conocemos actualmente. En quién se inspiró Quianelli para crear un ch