Una de las maneras más creativas de enfocar cualquier problema o reto es alterar el objetivo reestructurando el planteamiento del problema.
Al reestructurar nos salimos de los enfoques analíticos y racionales conectados al hemisferio izquierdo y estimulamos formas diferentes de pensar que proporcionan un gran número de respuestas.
Por ejemplo, ante el reto "¿Cómo puedo mejorar las reuniones en mi departamento?", nos planteamos la pregunta "¿Para qué? (necesitamos mejorar las reuniones)" y, en este caso, obtenemos la siguiente respuesta: "Necesito mejorar las reuniones para que la gente se involucre y participe más".
Mejorar las reuniones solamente es un enfoque (y muy generalista). Al reestructurar el problema podemos acceder a otros enfoques que nos acercan más a mejorar el verdadero problema al que nos enfrentamos: "hacer que la gente participe y se implique en las reuniones del departamento".
Tras cambiar el enfoque, con frecuencia, se abre ante nosotros un campo de posibilidades inusitado y sorprendente.
Comentarios