No cabe duda que el altruismo es un valor clave en las sociedades. Aunque también, bien mirado, tiene sus límites. Para que una sociedad progrese y tenga éxito a largo plazo tiene que haber innovación y cambios, y para eso tiene que haber, a su vez, individualismo y una disposición a poner en cuestión las normas sociales y el saber convencional. Estas características suelen ir acompañadas de egoísmo. Conviene encontrar, por tanto, el justo equilibrio entre el comportamiento egoísta y el comportamiento desinteresado. Y ese sí que es un desafío.
Personas. Productos. Procesos. Ambiente.